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Imagen de grupo de los niños del colegio de Villanueva del
Carriño representando la novela de Cervantes. A la derecha, el alumno que dio vida al
hidalgo don Quijote. |
DON QUIJOTE
era un paisano mayor que se volvió loco de leer muchas novelas de caballeros y andaba por
ahí y confundía las cosas, los molinos, y vio a una chavala no muy guapa pero creyó que
era una bella princesa. Al final no sabemos de qué murió, pero ya se había vuelto
normal». Resulta difícil condensar la genial obra de Miguel de Cervantes, pero así lo
entiende José Manuel, un joven de diez años que, como el resto de los compañeros del
Colegio Rural Agrupado Tres Ríos de Villanueva del Carrizo, a 25 kilómetros de la
capital leonesa, participó esta semana pasada en una recreación de El Quijote, que
convirtió durante algunas horas este colegio y sus aledaños en un paraje manchego como
el que tantas veces recorrió Alonso Quijano, a lomos de su inseparable Rocinante.
El Colegio Rural Agrupado de esta localidad, separada de Carrizo de la Ribera por uno de
los pocos puentes de hierro que aún perduran en la provincia, aglutina a nueve pueblos
con un total de 105 alumnos.
Cada uno de los pueblos encarnó un apartado concreto de la novela, desde los personajes a
la gastronomía, los molinos o las rutas por la que el ilustre hidalgo cabalgó sin
descanso. Dos de los colegios asumieron la representación de un pequeño entremés del
inolvidable capítulo de los molinos.
También hubo otro apartado para contar la historia del hijo del carnicero inglés,
William Shakespeare, que quería escribir poesía y murió el mismo día y año que Miguel
de Cervantes.
Animación a la lectura
El frío que acompañó a la jornada, en la que el colegio se transformó en un lugar de
La Mancha, no amilanó ni a los alumnos ni a los profesores, como la propia directora
Marta Álvarez Fernández, ataviada de Dulcinea. El trabajo forma parte del Plan de Mejora
de Animación a la Lectura, cuyo eje de motivación era El Quijote.
Este plan cultural, unido a la intención fijada a principio del curso de emprender una
semana cultural, cuajó en la iniciativa 'Rumbo hacia el IV Centenario del Quijote'.
María es muy pequeña y dice que ella está en el grupo de las chicas y añade, a duras
penas, que es Dulcinea. A los padres la fiesta les supo a poco y en sus rostros de
felicidad había una combinación de orgullo y de satisfacción, porque al final había
merecido la pena tanto esfuerzo y algún que otro enfado.
Ellos son conscientes del papel pedagógico de estas recreaciones de obras fundamentales
de la literatura española. No lo duda tampoco Marta Álvarez, directora del centro Tres
Ríos de Villanueva del Carrizo y portavoz de todo el claustro de profesores, que es un
camino muy alentador porque, como si de un juego se tratara, los niños se acercan y
comienzan a percibir como cercanos los avatares de Don Quijote de La Mancha.
«Un paisano, un señor»
Es el primero de los pasos para acercar a los más jóvenes a la lectura. Un hecho era
evidente. Cada cual a su modo y con sus palabras consiguieron explicar y simplificar la
historia de «un paisano, un señor» del que la mayoría explicaba que se volvió loco de
leer tantos y tantos libros de caballerías, que veía gigantes que no eran más que
molinos y lograba encontrar doncellas cuya belleza solo él reconocía.
Trabajo para todos
En la puesta en escena de la recreación de El Quijote también participó la Asociación
de Padres del Colegio Rural Agrupado Tres Ríos, que aportó dinero y que no escatimó en
tiempo para ayudar a sus hijos en los disfraces y los diversos ensayos que precedieron a
la jornada, que comenzó con un pequeño ágape muy entroncado con la historia que los
chavales iban a representar a continuación; tortillas de patata, empanadas y embutidos;
todo de factura casera.
También encajó como anillo al dedo la carroza de un enorme molino de viento que sirvió
de parte del escenario, un préstamo de los vecinos de una localidad cercana.
El molino de marras adosado a un remolque sirvió de escenario por donde desfilaron todos
los personajes de la novela de Cervantes, sus costumbres, sus pericias, una explosión
mezcla del color de los ropajes de la época y la gracia propia de los chavales que
encandilaba a todos los espectadores, principalmente a los padres.
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